Martes 28 de febrero de 2009. Seis de la tarde. En medio del ajetreo de la gente, el tiempo se detiene para Rosa Limachi, de 38 años. Sentada en el pasto del jardín, al lado de las canchas deportivas de la Avenida Zavaleta, desnuda su pecho con cuidado y cierta timidez, mientras en su brazo izquierdo sostiene a su cuarto hijo de siete meses. Se acomoda lentamente y amamanta al bebé que calma su llanto al tener contacto con su madre. La mujer guarda silencio y con la mirada perdida, rodeada de diversos muebles, garrafas, cajas de todo tamaño envueltas con sábanas y frazadas, bolsas de yute y atados de aguayo, completa el panorama de la realidad que vivieron alrededor de cincuenta familias desalojadas de sus casas, a causa de los derrumbes de viviendas en la calle Retamani I y II, tras la lluvia de febrero.
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